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viernes, 4 de febrero de 2022cermi.es semanal Nº 468

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Conversatorio

Religión y discapacidad

Una mirada transcendente sobre la discapacidad

03/02/2022

Blanca Abella

La dignidad humana y el amor de Dios son invocados por las distintas confesiones que se han dado cita en nuestro conversatorio como los valores principales e irrevocables en que se basan las comunidades de creyentes, que son las grandes impulsoras de la inclusión. Todas coinciden en que la dignidad intrínseca del ser humano unida al amor de Dios, que nos hizo a su imagen y semejanza, otorgan una esencia divina a cada persona que nada tiene que ver con la imagen física.

Mohamed Ajana El ouafi, secretario de la Comisión Islámica de EspañaLa cuestión principal que plantea este conversatorio, que modera José Manuel González Huesa, director de cermi.es y director general de Servimedia, requiere de tres conceptos fundamentales, como son el concepto de la vida, el de la dignidad de la persona y el de la capacidad. Así lo entiende al menos Mohamed Ajana El ouafi, secretario de la Comisión Islámica de España.
 

Dignidad y esencia divina

 
“La vida para los musulmanes es un don divino, un viaje que empieza con el nacimiento y termina con la propia muerte, y el vehículo que utilizamos para ese viaje es nuestro propio cuerpo”, explica el representante de la Comisión Islámica. Para el Islam, afirma, no hay diferencia en las circunstancias de cada uno, “Dios nos ha dado unos recursos y unos sentidos en este viaje de la vida; los recursos son nuestra salud, nuestra capacidad, todo; el verdadero examen de Dios es ver cómo hacemos uso de esos recursos”. 
 
El Corán habla de la dignidad de las personas, y según detalla Mohamed Ajana El ouafi “la dignidad está sujeta a la propia persona que Dios ha creado, no está condicionada ni por el género ni por el lugar de nacimiento ni por la religión ni por la capacidad de la persona, esa dignidad nace con la persona y no se puede revocar”. 
 
Moises Bendahan, representante de las Comunidades Judías de EspañaMoises Bendahan, representante de las Comunidades Judías de España, asegura que la dignidad es el valor supremo y “cada ser humano lleva una esencia divina dentro de él y despreciar a un ser humano es despreciar la esencia divina que ese ser humano lleva”. Explica que a menudo se habla de la importancia de la libertad de expresión, que muchas personas creen que pueden decir lo que quieran y como quieran, “sin embargo en el judaísmo hay leyes muy estrictas contra las críticas destructivas gratuitas, sin beneficio, y es que la dignidad de la persona está por encima de esa libertad, es el valor supremo en el judaísmo, porque el ser humano fue creado con esencia divina, a imagen de Dios y, por tanto, el ser humano representa la divinidad y tienes que tener un comportamiento de élite con cada persona”. 
 
A su juicio, cuando se habla de discapacidad el concepto de dignidad es muy importante por eso mismo y porque para el judaísmo “nada es casual y si una persona nació con una discapacidad es porque tiene un arreglo espiritual que hacer a través de esa discapacidad y, por lo tanto, nosotros tenemos que ayudarle y colaborar con él, no podemos dejar desamparado a ningún ser humano por la dignidad y por lo que cada ser humano representa como esencia divina”.
 
Lydia González, en representación de las Iglesia Evangélica de EspañaEs el mismo concepto que utiliza también a continuación Lydia González, en representación de las Iglesia Evangélica de España, quien afirma que “Dios nos crea con esa esencia divina y a su imagen, y siempre pensamos en la imagen física, pero no es físico, es esa esencia divina, la capacidad creativa, la capacidad de relación, la capacidad de amar que Dios ha hecho especialmente en los seres humanos, esa es la imagen de Dios, y es buena”. 
 

Inclusión

 
Por su parte, Roberto Ramírez, responsable en el área de Discapacidad de la Comisión para la Catequesis de la Conferencia Episcopal, recurre al Génesis 1:27: “Coincido con lo que dice, que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios”. Pero introduce además una nueva idea en este conversatorio pues asegura que, en el caso de las personas con discapacidad, “la gran revolución es la dignidad y esa otra palabra, inclusión, cuando te acogen, cuando la comunidad te ayuda y te valora”.
 
Roberto Ramírez, responsable en el área de Discapacidad de la Comisión para la Catequesis de la Conferencia EpiscopalLa conversación deriva en la idea de la inclusión, en cómo cada comunidad y cada fe arropa a sus feligreses y les incluye, tengan o no discapacidad. Según Lydia González, “la necesidad de salvación es la misma para todos, la capacidad de aportar es la misma para todos, y la Iglesia debe incluir a todos”. Habla también de “la Iglesia como comunidad cuidadora, sanadora, como comunidad de apoyo imprescindible para todas las personas, también las personas con discapacidad, porque es un espacio de cuidado mutuo, de restaurar las relaciones con Dios y con los demás”. 
 
Además de trabajar por esa inclusión, el rabino Moisés Bendahan apela al amor: “Es muy importante que las personas con discapacidad se sientan integrados y no marginados; en una sociedad como la actual, productiva, de consumo, las personas con discapacidad pueden sentirse mermados y por eso es muy importante tenderles la mano y que se sientan parte del colectivo, que se sientan amados, con una porción de amor añadida”.
 
Según Mohamed Ajana El ouafi, las personas con discapacidad deben ser en primer lugar las que deben aceptar las circunstancias de la vida, “pero al mismo tiempo, la sociedad en la que vive debe mostrarle esa dignidad de tres maneras fundamentales: primero respetando a la persona; segundo, prohibiendo burlarse o mofarse de sus circunstancias (y lee una frase del Corán: “¡Oh creyentes!, no se burlen unos de otros, porque pudiera ser que los que son burlados sean mejores que los que están burlando”) y tercero, apoyarles y ayudarles en esas circunstancias”.
 
Añade además que el trabajo es una vía importante en ese proceso de inclusión, y relata cómo el Profeta, ya en su tiempo, cuando tenía que viajar, dejaba en su lugar a una persona ciega como gobernador de la ciudad, y lo hizo hasta en trece ocasiones. 
 

La velocidad y el despertar espiritual

 
Imagen de todos los participantes durante el conversatorio sobre Religión y discapacidad La accesibilidad y la tecnología son cuestiones de interés en este conversatorio y se exponen algunas adaptaciones que se llevan a cabo para personas con discapacidad, como es la publicación en braille de algunos textos sagrados, la intervención en encuentros o celebraciones de intérpretes de lengua de signos, o la eliminación de barreras arquitectónicas con rampas y otros sistemas. Son ejemplos de iniciativas puntuales, pero reconocen que en esta cuestión aún deben avanzar más.
 
En cualquier caso, Mohamed Ajana El ouafi explica que “todos los musulmanes saben una regla de oro, citada en el Corán, según la cual Dios no exige a nadie por encima de sus posibilidades y de ahí que las obligaciones religiosas se adaptan a las circunstancias y la capacidad de cada uno”. Reconoce que la tecnología ha contribuido a muchos avances y mejoras para las personas con discapacidad, pero advierte también de algunas consecuencias negativas: “La tecnología ha ayudado a comunicarse, pero ha creado también una confusión en la gente, nosotros recomendamos a los jóvenes que acudan a su mezquita y a su imán de confianza, porque la religión como conocimiento, para entender los textos necesita una trayectoria, unas fases, no se pueden acortar los plazos y los jóvenes, en el afán de lograr velocidad en el acceso a la información y al conocimiento olvidan que las cosas hay que hacerlas a fuego lento para una comprensión adecuada”. 
 
El representante de la Comisión Islámica recuerda entonces una frase del rabino Moisés Bendahan, en un encuentro en el que se hablaba de calentamiento global y él acuñó la expresión “enfriamiento espiritual”. 
 
Entonces es el representante de las Comunidades Judías quien interviene, explicando que la realidad ha cambiado mucho con la pandemia, “ha hecho que mucha gente se plantee su vida, la persona siente fragilidad e impotencia y hay un despertar espiritual, porque la espiritualidad es un valor interno del ser humano y las situaciones como la actual despiertan ese valor interno, cuando nos saturamos de sufrimiento buscamos un camino alternativo”. 
 
Así es, corrobora Lydia González, la necesidad espiritual existe, “y Dios nos ha creado con este sentido de trascendencia y esta búsqueda del sentido de la vida es intrínseca en el ser humano, y en momentos de crisis esta búsqueda se intensifica más”. 
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